Columna Recomendada

La magia de las amigas

¿Qué sería de nosotras sin nuestras amigas? Ellas son las magas que nos ayudan a sobrevivir en ese mundo tan poco hecho para nosotras.

El Tiempo, 3 de noviembre de 2016

La Aleida de Vladdo nos dice que no debe ser coincidencia que las palabras ‘magia’ y ‘amiga’ tengan las misma letras... solo que no en el mismo orden. Y Aleida tiene razón: no es coincidencia. Las mujeres son de alguna manera mágicas, o más exactamente, saben cosas que nadie más sabe; hacen cosas que nadie más puede hacer y que solo otras mujeres entienden o saben. Magia. La han hecho a lo largo de los siglos para sobrevivir a pesar de los encierros, de los conventos, de las torturas, de las hogueras que buscaban callarlas para siempre; a pesar de las amenazas, de la paliza, del cuarto oscuro, de la prohibición de salir, de decir, de ser, pero sobre todo de existir; a pesar de la desposesión de sus cuerpos, de la invasión de sus cuerpos, de los empalamientos. A pesar de todo, han sobrevivido, y de qué manera. 

Y de qué manera sobreviven cuando de nuevo, en este mes de noviembre, nos recuerdan que su hogar, su casa, su alcoba, su cama son espacios de los más peligrosos para ellas. Que sus cuerpos, que deberían ser siempre el primer territorio de paz, son campos de batalla, de invasión, de violación. Cuando nos recuerdan cifras de feminicidios intolerables, cuando tratamos y hablamos en estos días de paz y reconciliación. (Además: No tener hijos / Columna de Margarita Rosa de Francisco).

¿Y saben dónde está la magia? En la amistad. La magia son nuestras amigas. Porque ¿qué sería de nosotras sin nuestras amigas? Las amigas son las magas que nos ayudan a sobrevivir en ese mundo tan poco hecho para nosotras. Y me he preguntado múltiples veces, en momentos de desánimo y depresión al constatar la lentitud de los cambios culturales, al conocer nuevas cifras de violencias, de feminicidios, de violaciones de niñas, cifras que no bajan o poco bajan, qué sería de nosotras sin ese mágico encuentro de mujeres entre ellas, ese mágico acompañamiento de nuestras amigas, de estas compañeras de ruta que, con algo de magia, terminan alentándonos y confortándonos a seguir caminando, a seguir pensando que es posible, que lo lograremos, que lo estamos logrando. (Además: Un niño y tres familias por Vladdo).

Y sí, lo vuelvo a decir, o mejor, lo voy a decir en palabras de esa gran feminista mexicana Marcela Lagarde, “Qué sería de las mujeres en situaciones de crisis, que son tantas, sin el aliento y el apoyo de otras mujeres. No habríamos sobrevivido a los avatares de la vida sin otras mujeres conocidas y desconocidas, próximas o distantes en el tiempo y en la Tierra (...). ¿Qué habría sido de las mujeres en el patriarcado sin el entramado de mujeres alrededor, a un lado, atrás de una, adelante, guiando el camino, aguantando juntas? ¿Qué sería de nosotras sin nuestras amigas? ¿Qué sería de las mujeres sin el amor de las mujeres? (...)”.

Sí, hoy, después de aguantar las inepcias relativas a la ideología de género, después de llorar por los resultados del plebiscito, por las nuevas cifras de violencias en este mes de noviembre, en fin, por tantas cosas, sé que ahí están mis amigas, estas magas que, con sus pociones mágicas, que no revelaré públicamente, me dan la mano y encuentran la manera de llevarme un rato a estos aquelarres de la palabra, del canto, del baile, y de embrujos que controvierten los poderes patriarcales.

Mis amigas, quisiera encontrar las palabras para decirles lo que, a veces, mi racionalismo, aún tan francés, no me permite encontrar. Y bailo demasiado mal, ni les cuento cómo canto... solo me quedan las palabras, la escritura, para decirles que sin ustedes no estaría en esta tierra colombiana. Sin sus olores, sus magias, sus aquelarres, sus tejidos de vida, sus recetas mágicas que mezclan el romero con el azafrán, no estaría en ese país que me tiene enamorada.


Florence Thomas
* Coordinadora del grupo Mujer y Sociedad


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Acuerdan impulsar secretaria de la mujer - El Heraldo



Con el compromiso de impulsar y aprobar proyectos que tengan enfoque de género como la creación de la Secretaría de la Mujer en Atlántico, culminó el Encuentro Departamental de concejalas, diputadas y edilas.
En desarrollo de este evento realizado ayer se conformaron las bancadas de género en las diferentes corporaciones como mecanismos para impulsar estos proyectos y políticas públicas.

El viceministro del Interior, Juan Camilo Restrepo, encargado de instalar el encuentro, dijo que estas bancadas hacen parte de una política de Estado promovida por el Gobierno Nacional.“En la medida que se organicen las bancadas, se les informe, capacite y se haga la descentralización se fortalecerá la democracia”, agregó.

El funcionario destacó la presencia femenina en Atlántico donde hay dos alcaldesas, la de Barranquilla, Elsa Noguera, y de Repelón, cinco diputadas, cincuenta y nueve concejalas y 26 edilas.

En Colombia actualmente las mujeres ocupan el 9,81% de las gobernaciones, el 17,94 de las asambleas departamentales, el 16,08% de los concejos, el 12.6 de la Cámara de Representantes y el 16,6% del Senado de la República.

En la reunión se analizaron varios aspectos relacionados con la participación de género y se concluyó que a pesar de los avances logrados en esta materia, los indicadores de las cuotas femeninas en el país apenas superan el 15%. Por lo que se deben promover más espacios para la mujer.

Fortalecimiento de la Participación
La reunión de mujeres electas a corporaciones públicas forma parte de una serie de actividades contempladas en el marco de un convenio entre el Ministerio del Interior y la Agencia Española de Cooperación Internacional con apoyo del Instituto Nacional Demócrata y el PNUD.
El objetivo de esta cumbre, según explicó Jorge Enrique Guzmán, coordinador del proyecto de fortalecimiento democrático del PNUD, es fortalecer la participación de las mujeres electas y establecer lazos entre ellas para que puedan realizar un trabajo conjunto.
Los temas en los que se trabajó fueron la bancada de género, políticas públicas, política nacional de equidad de género, el control político, la inclusión de género en los planes de desarrollo y los presupuestos departamentales y municipales.
“Esta experiencia se convirtió en un espacio de reconocimiento de mujeres para establecer redes de trabajo”, dijo el coordinador.

Encuentro productivo
En el marco de este evento la jefe de la Oficina para Asuntos de la Mujer de la Gobernación del Atlántico, Stybaliz Castellanos, presentó la Política Pública para la Mujer del Departamento y los alcances que tiene esta iniciativa para las atlanticenses.
Margarita Balen destacó que con sus compañeras diputadas trabajan con el Gobierno Seccional en la creación de la Secretaría de la Mujer.
Por su parte Audes Jiménez, representante de la Red de Mujeres del Caribe, dijo que las mujeres electas de la región han demostrado su compromiso de género, tal es el caso de la aprobación de la Política Pública para la mujer en Atlántico.
Considera que aún hacen falta propuestas articuladas que produzcan cambios profundos y que no se queden solamente en el trabajo de acciones afirmativas.
Por Lupe Mouthón Mejía.  Diario el Heraldo








Lo que se hundió con la reforma a la justicia- EL Heraldo


La reforma judicial, que durante 2 años fue presentada a los colombianos como la gran panacea contra los males de la justicia, se hundió sin contemplaciones en dos días. Pero tras el naufragio de este mal poema al tiempo perdido y al esfuerzo desperdiciado, salió a flote la dignidad nacional, que no tuvo que llevar a la práctica ni un referendo ni ninguna otra medida de fondo: con los dedos bastó.
Digitando teclados de computadores y teléfonos inteligentes, los colombianos se hicieron sentir de tal manera que hicieron parecer fácil algo tan difícil como es lograr que lo más granado de los tres poderes reculara de una fina manguala política.

Ayer, antes del mediodía, ya la Cámara y el Senado habían hundido el polémico acto legislativo. 117 de los 166 representantes a la Cámara que tiene el país, y 73 de los 102 Senadores, aprobaron el hundimiento y le concedieron al ‘twitterazo’: un mecanismo participativo de sorprendente agilidad, si tenemos en cuenta que el referendo hubiera tomado por lo menos dos años.

Las sesiones extras de ayer y anteayer constaron de dos partes: una larga tanda de discursos, presenciada en vivo y en directo por millones de colombianos y en la cual la mayoría de los parlamentarios no logró disimular la particular condición en que se encontraban: denotaban arrogancia, autosuficiencia, se autoproclamaban víctimas de una ofensiva mediática, defendían el contenido de la reforma, negaban los evidentes “micos”, señalaban al gobierno de haberlos traicionado, expresaban dudas sobre el procedimiento en que se hallaban embarcados y muchos de ellos, de labios para afuera, no parecían dispuestos a hundir la enmienda constitucional.

Luego vino la segunda parte, la de ayer, en la cual, contra toda palabra y actitud anterior, uno a uno, voto a voto, los parlamentarios demostraron cuán vasallos eran de la voluntad popular, en un país que durante una semana vivió su propia primavera, ambientada por los cantos de un pajarillo cibernético: Twitter fue la clave, al punto de que el ave azul resultó mucho más expedito ue el recurso contemplado por la ley, el de un referendo e incluso, la amenaza de una revocatoria de mandato.
En la tarde de ayer, cuando los goles de Balotelli parecían haberse tomado la agenda pública del país, y ya poco se hablaba de referendo, el escaso prestigio del Congreso yacía irremediablemente hundido junto con la reforma, más aún cuando conocíamos ciertas escandalosas cifras, como la de que cada parlamentario le cuesta a los colombianos $1.000 millones de pesos anuales.

Pero ya al menos quedaban neutralizados los puntos insólitos de la reforma: los secretarios de ambas corporaciones dejaban de convertirse en aforados, los parlamentarios y altos funcionarios ya no se beneficiarían con enormes ventajas judiciales, y —mal que bien— se recuperaba la sala administrativa del Consejo Superior de la Judicatura, la cual estaba quedando reemplazada por un mal peor: el manejo del multimillonario presupuesto de la justicia en manos de un solo funcionario, de por sí cuestionado por la Contraloría. No hablar de otros puntos polémicos que a última hora eran sacados goteantes del naufragio y exhibidos a la opinión pública entre el material de salvamento, como la facultad a notarios y abogados para ejercer funciones de descongestión.

Quedaron entonces en evidencia los parlamentarios como no lo habían estado ni en las épocas más hirvientes de la séptima papeleta, que los castigó severamente y dio pie a la Constituyente del 91. El gobierno, en cambio, al que vimos promover a los cuatro vientos la reforma durante el último año, pareció salir menos debilitado. ¿Un espejismo? Si el Congreso debió tragarse toda su soberbia, sometiéndose a una paliza por parte de la opinión pública, al menos ningún congresista perdió algo tangible y concreto como su cargo. El gobierno, por su parte, entregó en bandeja de plata la cabeza del Ministro de Justicia, Juan Carlos Esguerra. Para ser más exactos: el gobierno sufrió, el Presidente no tanto.
Pero si el Presidente logró que funcionara su compleja maniobra de lavado de manos, es cierto también que el oxígeno político obtenido no será de largo aliento.
Se hundió, junto con la reforma, la armonía de la Mesa de Unidad Nacional, espacio de confluencia política que a Juan Manuel Santos le había funcionado como una aceitada maquinita, logrando aprobar iniciativas tan controversiales como el Marco para la Paz.

De aquí en adelante, y tras haberle apostado parte de su capital político a la posibilidad de convertirse en el gran reformador de la historia de Colombia, las aguas serán tempestuosas en la relación Gobierno-Congreso, sitiada por la desconfianza y el resentimiento. Ayer mismo eso se hizo evidente, cuando los congresistas le negaron el uso de la palabra al Ministro de Interior. ¿Será ello el fin de iniciativas pendientes como la reformas tributaria?

Eso poco parece importarle al ciudadano que impuso su ‘trinocracia’, que firmó masivamente por el referendo o que acudió al plantón de la Plaza de Bolívar. Y aunque aún se escuchan voces que reclaman revocatoria del mandato para los congresistas, la rebelión parece consumada por efecto del éxito.
¿Qué viene ahora para un movimiento ciudadano que ni siquiera líderes claros tuvo y que logró dejar en la misma orilla, por una semana, a Iván Cepeda y Álvaro Uribe?

La sensatez llamaría a la definición de un proyecto político cuyos cimientos fundacionales se levanten sobre la indignación y el hastío y que quizá logre algún efecto en la largamente ansiada depuración de las costumbres políticas colombianas. Pero algo así ni se vislumbra, ni está claro, ni es fácil de organizar.
Lo sustancial de ahora en adelante es que —por más poder que acumulen, por mucho que logren elegirse cada cuatro años mediante la activación de sus maquinarias— los políticos han aprendido que la ciudadanía los tiene domados con la yema de sus dedos.

Análisis de Ernesto McCausland Sojo


Así votaron los congresistas del Atlántico la reforma a la Justicia - El Heraldo

Ningún congresista en representación del departamento del Atlántico votó negativamente la Reforma a la Justicia, ampliamente rechazada por la sociedad colombiana. Como lo muestra el gráfico, nueve decidieron apoyar el Acto Legislativo que algunos analistas califican como adefesio, y los seis restantes simplemente se ausentaron para no votar la conciliación.

Como lo diría el abogado Fernando Borda, quien recoge firmas en Barranquilla por el referendo en contra de la reforma judicial, el grupo de congresistas que representan los intereses del Atlántico en el Capitolio Nacional tomó dos caminos: firmaron a favor o salieron corriendo.

“Ahí está pintada prácticamente la línea de nuestros congresistas en la Costa. ¿Cómo no observaron que lo que se tramitaba iba en contra del pueblo?”, se pregunta Borda al igual que miles de ciudadanos.

Al respecto, la senadora Karime Mota, del Partido de la U, dijo que como la mayoría de sus colegas, confió en el trabajo realizado por los conciliadores que hoy se encuentran en el ojo del huracán.
“Lamentablemente en la conciliación se hicieron algunas modificaciones y no contábamos con ellas. Normalmente en una conciliación no se puede incluir nada nuevo y por eso la voté a favor”, afirmó la Senadora.

Refiriéndose a los conciliadores agregó que “uno presume que las cosas se van a hacer de buena fe, se van a hacer bien y con total legalidad. Yo pienso que ellos, en su afán por hacer una mejor redacción cometieron algunos errores”.

Pero más allá del exceso de confianza de la senadora Mota por el trabajo de los conciliadores de la reforma, al igual que muchos otros congresistas como el presidente de la Cámara de Representantes Simón Gaviria, el daño ya está hecho.

Y como diría recientemente a EL HERALDO el veterano senador Roberto Gerlein, quien también firmó positivamente el proyecto, con ese tipo de actuaciones “el Congreso se encuentra en las goteras de su disolución”.
Por otro lado, pero con igual responsabilidad, otros congresistas que no votaron la conciliación como el senador José David Name se retiraron de la sesión plenaria en el momento más trascendental.

“Debo dejar muy en claro ante la opinión pública nacional que yo voté favorablemente el proyecto que la plenaria del Senado debatió y aprobó el pasado 10 de mayo, pero los últimos hechos me llevaron a no votar lo que finalmente se tradujo como texto y ha provocado la indignación nacional”, dijo Name.
Asimismo, el senador Efraín Cepeda, presidente del Partido Conservador, y quien tampoco votó la conciliación, aseguró que su colectividad, como miembro de la unidad nacional “en la conciliación acompañó al Gobierno en su pedido de salvar la Reforma Política

EL HERALDO intentó sin éxito comunicarse con la mayoría de congresistas del Atlántico que no se citan en este texto para conocer sus puntos de vista.

Por Alejandro Rosales M.

http://www.elheraldo.co/noticias/politica/asi-votaron-los-congresistas-del-atlantico-la-reforma-a-la-justicia-72649


Te deje por loca 

Por Florence Thomas*


Hace unos días estuve en Valledupar por cuestiones de trabajo y en la ciudad se sentía ya la euforia del Festival de la Leyenda Vallenata. Siempre me han gustado el viejo son y el vallenato clásico, y de hecho ya hace algunos años trabajé sobre los imaginarios del amor que son transmitidos por las letras de muchos géneros de canciones y, entre ellos, del vallenato.Tal vez por eso durante este viaje me concentré en oír los mensajes de los vallenatos de hoy. Tengo que confesar que me sorprendí, pues las canciones de ahora ya no hablan, como solo sabían hacerlo en el Caribe, de la seducción y de la conquista amorosa, con matices poéticos que lograban hacernos soñar: "Voy a hacerte una casa en el aire solamente pa' que vivas tú" o "Un grande nubarrón se alza en el cielo, ya se aproxima una fuerte tormenta, y ahí llega la mujer que yo más quiero, por la que me desespero y hasta pierdo la cabeza".

Esto era el vallenato de mi generación. Pero el de hoy habla mayoritariamente del despecho masculino. En efecto, al oír las letras de estas nuevas composiciones, uno se sorprende del sufrimiento de los hombres de Valledupar y de lo falsas y engañosas que pueden ser sus mujeres. De verdad creo que en esa región del país asistimos a una transformación sociológica que ningún académico pudo prever.
Allí, los hombres son constantemente engañados por perversas mujeres y tienen que abandonarlas para no seguir sufriendo tanto: "Te dejé, te dejé, por loca, por mala, por loca, porque un solo dueño no alcanza pa' tu corazón...". Ellas, en realidad, solo quieren ser mozas o amantes, seres indolentes ante el deseo de los hombres por construir una relación formal: "Vas a quedar de moza porque quieres, pero si es lo que quieres yo te dejo (...) si decidiste darte un revolcón con alguien porque te provoca...". La vida de estas mujeres vallenatas es un caos de desenfreno y lujuria: "Y goza todo lo que quieras, baila en discotecas, juega en los casinos y no te pierdas fiesta, tu vida se está perdiendo, cambia, por favor...". No, de verdad, pobres hombres, qué vida más sufrida la de ellos.

Y ya hablando en serio, me preguntaba cómo explicar la distancia entre la realidad sociológica de esta región y los mensajes que transmiten hoy estas canciones vallenatas.Porque, todos lo sabemos, en la costa caribe son en su mayoría los hombres quienes son infieles, amorosamente desordenados y felices con la idea de tener varias mozas o varias queridas, como se las llama en la región (a propósito, ¿las queridas son más queridas que las mujeres oficiales?). Y me pregunto, entonces: ¿por qué los hombres le cantan a un despecho que no existe? Me atrevería a pensar que el vallenato de hoy le canta en realidad al temor de los hombres ante una profunda transformación de las mujeres en las últimas dos décadas; mujeres ahora más autónomas, menos pasivas y aguantadoras; más noctámbulas, más presentes en la vida pública y ya conscientes de ser merecedoras de unos amores libres de engaños y maltratos. Temores de los hombres que se expresan en las canciones vallenatas a través de estas imágenes negativas sobre las mujeres, imágenes que en realidad solo parecen un reflejo de ellos mismos y de lo que temen perder.

Algo interesante está pasando en la Costa con el proceso de cambio de las mujeres, quienes ya se están definiendo como sujetas de derechos, dispuestas a visibilizarse en los espacios públicos y a reivindicar una vida y unos amores libres de violencias. Y los hombres, asustados, ya lo presienten; en el fondo es una buena noticia; aun cuando no sé si lo sea para el vallenato.

* Un referente del feminismo y la igualdad de derechos de la mujer en Colombia.

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