jueves, 30 de junio de 2011


CLEOPATRA: UNA MUJER CON PODER1

Por Yusmidia Solano Suárez

Cleopatra, educada para ser faraona


Cleopatra VII, Filopator Nea Thea, (69-30 a.C.), más conocida como Cleopatra a secas, ejerció como faraona a partir del año 51 a.C cuando contaba con 18 años de edad. A la muerte de su padre Ptolomeo XII Aulettes, heredó el trono junto con su hermano Ptolomeo XIII Dionisio II (61-47 a.C.), pero para poder asumirlo, el testamento la obligaba, de acuerdo con las costumbres de la dinastía de los Lágidas, a casarse y compartir el trono con ese hermano.

Cleopatra descendía de la mencionada familia de faraones, que no tenía origen en Egipto sino en Macedonia, Grecia y que gobernó desde el año 305 a.C. hasta el año 30 a.C. Su fundador fue Ptolomeo I Soter, uno de los generales de Alejandro Magno y de allí en adelante y durante casi 300 años se sucedieron en el trono, algunas veces en confrontación a muerte entre potenciales herederos, varios Ptolomeos, Berenices, Arsinoes y Cleopatras.

La séptima Cleopatra nació y fue educada para ser reina de Egipto en Alejandría, su capital por ese entonces y se destacaba entre sus hermanas (3) y hermanos (2) por su inteligencia y su interés en obtener todo tipo de conocimientos. Se dice que podía hablar 7 u 8 idiomas entre ellos griego, hebreo, sirio, egipcio y arameo; conocía de música, historia y ciencias políticas. Además era muy buena en matemáticas, literatura, astronomía y medicina. Según fuentes egipcias5, escribió un libro sobre esto último. Sus principales fuentes de estudio eran los poemas homéricos y la retórica de Demóstenes. A pesar de haber recibido una educación básicamente griega, fue la única faraona de su dinastía en hablar egipcio.

Ella heredó un derecho6, tenía la formación y poseía un talento especial para ejercer el poder, y ser una competente faraona, pero ha pasado a la historia como caprichosa, malcriada, frívola, manipuladora y sobretodo como seductora de hombres con poder, una mujer desenfrenada, situada en los límites de la depravación, imagen en principio fabricada por los historiadores romanos y utilizada por Octavio (Augusto), para declararle la guerra. Como veremos, su biografía casi siempre ha sido narrada sinconsiderar el contexto político, económico y cultural en que le tocó desenvolverse y con la clara intención de desprestigiar, tergiversar, banalizar y ridiculizar la vida y las acciones de una mujer que manejó el poder con las características propias a como esto se hacía en su época.

La situación de las mujeres en la época de Cleopatra

Para los romanos de la época de Cleopatra, era inconcebible que una mujer pudiera ser bernante, porque para ellos el papel de la mujer era fundamentalmente el ser madre de los ciudadanos, del cuerpo cívico. “En estas sociedades las mujeres no deben permitirse la relajación de las normas. A la mujer sólo le cabe o serlo totalmente o no serlo en absoluto. Y esta es la razón por la cual la imagen de la mujer suele aparecer escindida en dos, la mujer casta y aquella que no lo es. La virginidad en las doncellas y la pudicitia en las casadas eran consideradas elementos claves para asegurarse el bienestar de la casa, la comunidad o para expiar una situación cuando el mal se ha producido”.

Resultaba entonces inadmisible el protagonismo político de Cleopatra (una función para ellos netamente masculina) y mucho menos lógico aceptar el derecho que se daba ella misma de amar libremente, como fue el caso con Julio César y Marco Antonio, con lo que transgredía la nociones de virginidad y fidelidad altamente valoradas por la sociedad romana.

Una de las aproximaciones de lo que pudo ser Cleopatra la encontramos en Plutarco, quien dijo de ella: «Según dicen, su belleza no era en sí misma incomparable o tal que dejase parados a los que la veían; pero su trato tenía un gancho inevitable, y su figura, ayudada de su labia y de una gracia inherente a su intimidad, parecía que dejaba clavado un aguijón en el ánimo. Cuando hablaba, el sonido mismo de su voz tenía cierta dulzura y con la mayor facilidad acomodaba su lengua, como un instrumento de muchas cuerdas, al idioma que quisiese, usando muy pocas veces de intérprete con los bárbaros que a ella acudían, sino que a los más les respondía por sí misma, como a los etíopes, trogloditas, hebreos, árabes, sirios, medos y partos. Dícese que había aprendido otras muchas lenguas; cuando los que la habían precedido en el reino ni siquiera se habían dedicado a aprender la egipcia, y algunos aun a la macedonia habían dado de mano”.

Una mujer de tales características subvertía el orden de género establecido en Roma, por lo cual era considerada peligrosa. Según dice Eva Cantarella, “para las mujeres de esta época, respetar la consigna del silencio significaba adecuarse a las decisiones de los hombres, si se permite la antítesis, “obedeciendo espontáneamente”; obedeciendo, en definitiva de buen grado, sin que apenas tuvieran que decírselo, considerando obvio y obligado colaborar a la consecución de los planes y de los proyectos familiares y políticos que entretejían padres y maridos utilizándolas como piezas de cambio en un juego del que ciertamente incluso ellas mismas se beneficiaban a veces. Pero que, en cualquier caso (salvo raras excepciones que, como tales no nos interesan), ellas no habían ni decidido ni contribuido a decidir”.

Otra era la situación en Egipto, donde al decir de Begoña Gugel, “la mujer egipcia pudo acceder a puestos de responsabilidad en la administración y, sobre todo, en el ámbito religioso. También disfrutó de derechos civiles y en algunos casos pudo llegar a reinar”. A pesar de las dudas de algunos egiptólogos sobre la legitimidad de las mujeres en el poder, según esta autora, “lo que es innegable es que alguna mujeres reales llegaron a ser reinas titulares. Tenemos ejemplos desde las primeras dinastías como Merneit, Sobekneferu, Nitocris y, más tarde, Hatshepsut y probablemente Nefertiti y Tauseret”.

Indudablemente había diferencias entre las mujeres de Egipto, dependiendo del lugar que tuvieran en una sociedad altamente jerarquizada, pero en todo caso en general tenían mejores condiciones que en Roma, porque además de tener derecho a heredar por igual que los hijos varones de la familia, ser propietarias y arrendar tierras, podían presentarse a los tribunales como querellantes, defensoras o testigos, al igual que los hombres12. Cleopatra VII, siendo además de procedencia griega macedonia, contaba con algunos antecedentes de mujeres con poder en esa cultura, como fue el caso de Olimpia, la madre de Alejandro Magno.

Las acusaciones contra Cleopatra

En el año 32 a.C. Octavio acusa a Cleopatra públicamente por uso de magia, incesto, adoración animal, droga, embriaguez y lujuria desenfrenada, declarándole la guerra. El nombre de MarcoAntonio no se mencionaba en ninguna parte de la declaración oficial, quien era supuesta y principalmente el que traicionaba a Roma al querer formar una nueva dinastía con Cleopatra y los hijos de ambos.

Sobre el incesto hay que decir que mientras eran hombres quienes detentaban el poder y lo practicaban, ello no representó un problema para los gobernantes romanos, llegando a ser ellos mismos garantes de tal práctica. Así, Ptolomeo XII, que entre otras cosas había sido educado en Roma, dejó como tutor de sus herederos Cleopatra VII y Ptolomeo XIII, al regente del imperio que en ese momento era Pompeyo, quien debería hacer cumplir el testamento y casar a los hermanos. Este matrimonio se llevó a cabo y Cleopatra reinó durante tres años prácticamente sin darle participación a Ptolomeo XIII, quien instigado por sus consejeros y su hermana Arsinoe IV, obliga a Cleopatra a exiliarse en Siria.

Después del asesinato de Pompeyo y muerto también el autor intelectual del crimen, Ptolomeo XIII, César hereda la calidad de testamentario de Ptolomeo XII y efectivamente, a pesar de que ya era amante de Cleopatra, propició que ella se casara con su otro hermano menor, de tan solo 12 años, Ptolomeo XIV13, de manera que quedara legitimado el poder de ella en Egipto y con ello la garantía de la influencia y un cierto sometimiento de este territorio a Roma.

En estas ocasiones, para los gobernantes romanos, el incesto no constituyó un motivo para repudiar a Cleopatra, y por el contrario, lo promovieron para asegurar la estabilidad del poder faraónico en que en esos momentos era percibido como aliado bajo su control.

Los matrimonios como pactos políticos y económicos


El uso de los matrimonios para consolidar alianzas, aumentar poder, garantizar la paz o superar diferencias entre herederos era una práctica común en la época, pero solo a Cleopatra se le juzga mal por haber buscado con sus amantes Julio César y a Marco Antonio, consolidar su poder, cuando algo parecido hizo Marco Antonio en el año 40 a.C. al llegar a Roma y casarse con Octavia, la hermana de Octavio, el corregente de la misma, para hacer las paces con él y dividirse el poder en el imperio, siendo ya amante de Cleopatra y tener en ese momento una hija (Cleopatra Selene) y un hijo (Alexander Helius) con ella.

Si algo hubiera de ser criticado sería el comportamiento errático de Marco Antonio, quien después de este matrimonio con Octavia, al regresar a Egipto se casa con Cleopatra, infringiendo la ley que prohibía la bigamia en Roma y tiene un hijo más con ella (Ptolomeo Philadelphus). Finalmente repudia a Octavia, con quien también había tenido dos hijas, ofendiendo y desafiando a todo el poder constituido del imperio romano, no solo desde el punto de vista de la expansión de sus dominios sino en cuanto a sus tradiciones matrimoniales.

Se puede apreciar que la relación de Cleopatra con los dos romanos suponía beneficio mutuo a la pareja de cada momento y eran intereses económicos, políticos y culturales muy fuertes los que estaban en disputa, y no meramente un asunto de lujuria, aunque siempre pudo haber pasión por acrecentar el poder que tenía cada uno de estos personajes. Esto quizá fue así cuando Julio César y Cleopatra soñaban con juntar dos imperios y que reinara en ellos Cesareón, el hijo de ambos y después cuando Marco Antonio y Cleopatra se proponen construir una nueva dinastía con tres hijos suyos como herederos de un Egipto extendido en Oriente e incluso con Cesareón como posible sucesor de Julio Cesar, lo que ponía en riesgo la legitimidad de Octavio.

Por qué entonces es deleznable en Cleopatra lo que es válido en Julio César y Marco Antonio? Sencillamente porque era mujer y como mujer con poder se comportaba a la manera que lo hacían los hombres que también lo tenían. No se dejaba usar, se comprometía en negociaciones en las cuales compartía intereses y ganancias, esfuerzos y batallas, como buena estratega que era. Sus apuestas por el poder eran altas, como lo fueron para Pompeyo, Julio César, Marco Antonio y Octavio, los más importantes hombres de su época frente a cuya capacidad política la suya era comparable.

Cleopatra: la gran seductora

La versión más recurrente de todos los tiempos de Cleopatra es la de una mujerlujuriosa e inmoral, ávida de placer y poder. Ella es la gran seductora por excelencia, la “madame fatale”, que quiere conseguir poder seduciendo a los hombres con su belleza, según podemos observar en los siguientes apartes de que describen sus relaciones, citados en su biografía en Wikipedia:

“Respecto a Julio César se dice que éste “quedó prendado de la belleza exuberante y la gran audacia de Cleopatra, en aquel mismo instante, y vio una gran oportunidad de mantener a Egipto dominado si ella volvía a ser Reina. Cleopatra a su vez supo que si enamoraba a César iba a tener de su lado a Roma, y no tendría que temer una invasión por parte de los romanos”.

En cuanto a Marco Antonio, se menciona que: “Ella sabía ya bastante sobre él para poder conseguirle. Conocía sus capacidades estratégicas y tácticas limitadas, su sangre azul, su hábito de beber, su afición a las mujeres, su vulgaridad y su ambición.

Aunque Egipto estaba en el borde del derrumbamiento económico, Cleopatra navegó con los remos de plata, las velas púrpuras y todo el lujo con el que ella vivía, hasta se vistió como Afrodita, la diosa del amor”.

Se afirma que con Herodes también lo intentó: “Durante la ausencia de Antonio, Cleopatra comenzó un conflicto entre ella y Herodes de Judea. Éste era uno de los más ricos, inteligentes y capaces clientes de Roma y era un gran amigo de Antonio.

Pero en el 40 a.C. Cleopatra trató de seducirlo, claro que Herodes no le siguió el juego y al ver su fracaso, ella comenzó a odiarlo”. Finalmente, hasta en su derrota final se le atribuye intentar conseguir los favores de Octavio: “Entonces Cleopatra es apresada por los soldados de Octavio y trasladada al palacio, en donde se dice que intentó desde sobornarlo hasta seducirlo, sin obtener éxito alguno”.

Como vemos, en todas estas descripciones se toma a Cleopatra exclusivamente como seductora y no se valoran su formación, cultura y talento político.

Actualmente, sin embargo, cuando las evidencias cada vez más se aproximan a considerar que Cleopatra no era la belleza exuberante que le permitía “rendir” a los hombres, se empieza a considerar de manera diferente su rol en toda esta trama, sobre todo por parte de las personas dedicadas a la investigación académica, pero el mito obsceno en los medios de comunicación continúa, porque ese es el que exalta la morbosidad de la gente y vende la idea de las terribles consecuencias de las mujeres con poder.

Cleopatra en el cine

Su vida, el poder que llegó a tener como ninguna otra mujer de su época y su trágica muerte, así como sus amores con los dos personajes romanos, Julio César y Marco Antonio, han servido de inspiración en todas las épocas a literatos, pintores, escultores y cineastas.

Las obras literarias más famosas son Cleopatra y Marco Antonio (1606), de William Shakespeare, Todo por amor (1678), del autor teatral inglés John Dryden y César y Cleopatra (1901) de George Bernard Shaw.

En cuanto a películas, son incontables las que se han filmado con el tema de la faraona de Egipto, pero reseñaremos las más reconocidas. En el último año del siglo XIX, una de las primeras películas producidas fue la Cléopatre de Meliés; después le siguieron cientos más durante el siglo XX, algunas dedicadas a ella exclusivamente y otras a las parejas que formó con Julio César y Marco Antonio14. En 1963 Mankiewicz rodó la famosa superproducción Cleopatra, protagonizada por Elizabeth Taylor y con Richard Burton en el papel de Marco Antonio, que es considerada el Péplum por antonomasia.

La versión “Antony and Cleopatra”, de Charlton Heston en 1972, será la que comentaremos en el siguiente apartado. La más reciente, producida en 1999, fue protagonizada por la actriz chilena Leonor Varela con el Título original de Cleopatra”, en el género de Biografía-drama, producida por Alemania y Estados Unidos, con la dirección de Franc Roddam y la interpretación de Billy Zane y Timothy Dalton, entre otros.

La visión que queremos resaltar, como ya mencionamos es la que describimos a continuación:

Título Original: Antony and Cleopatra, 1972, Inglaterra, España, Suiza

Dirección: Charlton Heston

Intérpretes: Fernando Rey, Sancho Gracia, Charlton Heston, Carmen Sevilla, Juan Luis Galiardo, Eric Porter, John Castle, Hildegarde Neil

Argumento:

Durante una campaña militar en el norte de África, Marco Antonio ha conocido a Cleopatra y se ha enamorado de ella, olvidándose de sus deberes de jefe de Estado. Cuando está en Alejandría le llegan noticias que le comunican que su hermano Lucio y su esposa, Fulvia, han sido expulsados de Italia por alzarse en armas contra César Octavio, y Fulvia ha muerto. Esto decide a Marco Antonio a volver a Roma y unirse a Lepido y César Octavio, que están dispuestos a enfrentarse con Pompeyo, que les disputa el poder de la República. César Octavio no está muy conforme con las relaciones de Marco Antonio y Cleopatra; pero, ante el temor de Pompeyo, firma una nueva alianza mediante el matrimonio de Marco Antonio con su hermana Octavia.

Cuando Cleopatra se entera de este matrimonio, casi enloquece por los celos. Sin embargo, no tarda mucho tiempo Marco Antonio en abandonar a Octavia para volver a Alejandría al lado de Cleopatra, lo que provoca la furia de César Octavio, que les declara la guerra. Marco Antonio decide combatir por mar, a pesar de las protestas de su buen amigo y ayudante Enobardo, que le aconseja que no se enfrente con César Octavio en el mar. Cleopatra también asiste a la batalla, y, asustada por el horror de la guerra, huye, lo cual provoca que Marco Antonio la siga y sean derrotados.

Cuando se vuelven a enfrentar por tierra en plena batalla, las legiones de Cleopatra se rinden ante César, y Marco Antonio vuelve a ser derrotado, perdiendo casi la vida.

Cuando va a buscar a la reina, enfurecido, ésta huye por un pasadizo secreto a su monumento funerario, mandándole recado de que ha muerto. Al recibir la noticia, Marco Antonio decide quitarse la vida, clavándose su propia espada, cuando recibe la visita de un mensajero que le comunica que Cleopatra le está esperando.

De acuerdo a esta versión de los hechos, Cleopatra es la “perversa”. La que provoca todas las desgracias de Marco Antonio, que es a fin de cuentas su víctima, un pobre hombre enamorado que se deja utilizar y es empujado a traicionar los intereses de Roma por ella, cuando lo más probable es que Marco Antonio fuera tan o más ambicioso que Cleopatra, solo que menos formado culturalmente, más torpe políticamente y menos disciplinado que ella. Ella era brillante en la diplomacia y él en la guerra, pero escogió mal su último campo de batalla, el mar, en que Octavio se le impuso.

A manera de Conclusión

Cleopatra fue la mujer de la antigüedad que demostró que éstas podían manejar el poder a la par que los hombres. Ella es la negación de la supuesta inferioridad intelectual natural de las mujeres y sobre todo un mentís a la idea de la capacidad de las mujeres limitada únicamente a la esfera de la reproducción familiar y social.

Su vida demostró que con las condiciones adecuadas, las mujeres podían desarrollar las capacidades necesarias para manejar el poder con los mismos defectos o virtudes construidos socialmente en cada época. Pero se debe reconocer sus talentos especiales, entre ellos el talento para las lenguas y la utilización de su doble pertenencia a la cultura griega como egipcia.

De la cultura griega aprendió la filosofía y los demás conocimientos científicos del momento, pero para ejercerlos se valió principalmente del protagonismo de las mujeres en Egipto y el derecho a ser reinas en esa cultura, que de ninguna manera era posible en el resto del mundo antiguo. Usaba indistintamente los mitos religiosos de las dos culturas, según las circunstancias. Así, se hizo representar con su hijo Cesareón en una pirámide en una clara referencia a Isis con Horus, y en el primer encuentro con Marco Antonio, se vistió como Afrodita, la diosa griega del amor.
 
Los romanos tenían que derrotarla, pero adicionalmente degradarla, porque ella representaba el ejemplo viviente de una mujer, que educada para ello, y ateniéndose a las costumbres políticas de su época, se demostró competente para manejar un gran poder representado en las posesiones territoriales con las consecuentes ganancias económicas y políticas que ellas suponían.

Pero Cleopatra no representaba un poder distinto al jerárquico y autoritario de los hombres, es decir del patriarcado, que se había impuesto en las sociedades de la antigüedad, en este caso especifico, en Grecia, Roma y Egipto. No era por tanto un poder alternativo de parte de las mujeres, ni más democrático ni incluía al conjunto de ellas en su ejercicio, sino que mantenía el mismo orden de género, solo que ese poder era ejercido por una mujer. Su importancia radica entonces en que ella era la negación a las supuestas inhabilidades de las mujeres para hacerse cargo del poder político, asunto inconcebible e inaceptable para los romanos. Tal audacia en una mujer, no se podía permitir ni perdonar.

Su derrota representa en todo caso una pérdida para las posibilidades de florecimiento de diversidad cultural en el mundo, porque a partir de ella, el imperio romano sometió una cultura de más de 3000 años de antigüedad, que llevó a que su sabiduría se perdiera y su idioma entrara en desuso y se desconociera a lo largo de cerca de mil años, hasta cuando el descubrimiento de la Piedra de Rosetta16 permitió volver a descifrar el lenguaje egipcio.


Bibliografía

Cantarella, Eva. Una rebelde: Clodia-Lesbia. Una poetisa: Sulpicia. En: Pasado próximo.
Mujeres romanas de Tácita a Sulpicia. Madrid, Cátedra, 1997.

Martín, P.M. wwww.testimonios y documentos.

Martínez López, Cándida. Virginidad-Fecundidad: En torno al suplicio de las vestales.

Studia Histórica. Historia Antigua, 6 (1988).

Parra, José Miguel; Gugel, Begoña; Olbes, Isabel; Navajas, Ana Isabel. Egipto. El reino de los faraones: tres mil años de historia. Edimat Libros S.A. Madrid, España. 2008.

Plutarco, “Antonio”. www.tu.tv/videos/04-la-verdadera-cleopatra. Consulta del 4 de Mayo de 2009.

www.wikipedia. Para comentar lo que aparece actualmente sobre Cleopatra, consulta realizada el 5 de Mayo de 2009.

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